El acuerdo está aún en unas fases iniciales pero no ha sido obstáculo para que continúe adelante el relativo fracaso de la reciente prueba de SpaceX en el que un cohete lanzado a las capas altas de la atmósfera debía regresar a tierra de manera controlada y efectuar un aterrizaje sobre una plataforma flotante a fin de comprobar el buen funcionamiento de este prototipo de los futuros vehículos orbitales y de aprovisionamiento de la NASA.
La barcaza flotando en medio del océano no recibió suavemente el cohete de SpaceX sino que este se estrelló quedando por tanto irrecuperable. Pero como primer ensayo podría decirse a pesar de todo que no fue un completo fracaso.
La viabilidad del proyecto aprobado por la NASA ha quedado demostrada a pesar del choque y en la negociación que mantienen Google y la empresa espacial privada de Elon Musk la administración aeronáutica y del espacio ha acordado valorar a la empresa de Musk en más de 10.000 millones de dólares, con lo que sólo resta conocer que porcentaje accionarial quiere a cambio de su inversión.
Al plantear el envío de cohetes reutilizables para abastecer a la Estación Espacial Internacional se abarataría el costo y es esto lo que ha atraído a la NASA para firmar con SpaceX el suministro de estos vehículos. Y aquí es donde entra Google, que quire establecer su propia red de satélites propios y nada mejor para conseguirlo que una empresa espacial privada.
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