Los rumores que daban por hecho que Google había sido atacado desde el exterior y que esto había provocado la caída de Gmail y los servicios en nube del buscador no han tenido éxito: la firma ya ha desmentido cualquier implicación de terceras personas y ha entonado el mea culpa.
“Se produjo un inesperado efecto secundario provocado por un nuevo código”, asume Google, tal y como publica Vnunet.
“El coste directo de una caída de esta envergadura puede llegar a ser de miles de millones de dólares”, estiman en eWEEK. De hecho, los clientes corporativos del correo electrónico de Gmail ya se han declarado en rebeldía. El grupo Guardian, por ejemplo, es uno de los que va a pedir explicaciones serias, como recogela edición británica de Vnunet. “Tenemos un acuerdo de nivel de servicio con ellos y creemos que lo habrán incumplido este mes con esta caída”, explica un portavoz.
El buscador se convierte así en el único culpable de una caída que no sólo ha puesto en entredicho sus servicios, sino que ha avivado el debate sobre la conveniencia o no de ciertos servicios ofertados desde el cloud computing.
Las compañías que trabajan en el campo del cloud computing prefieren no pronunciarse, por el momento, sobre una situación que no les afecta más que de forma indirecta.
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