Que un vehículo de transporte autónomo como el Julio Verne, después de llevar con éxito cinco toneladas de comida, aire, agua y combustible a la Estación Espacial Internacional, se haga papilla en su reentrada en la atmósfera terrestre tiene un solo nombre: putada. Más que nada por la increíble pasta que se pierde en un solo instante. Eso sí, ver la desintegración es espectacular, como asistir a una mascletá en las alturas. Puedes verlo después del salto.
— Rafa M. Claudín [Aviation Week]
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