El agua de lluvia y de rocío, condensada por un sistema de refrigeración, produce suficiente agua para una familia de cuatro personas. El jardín se riega con agua reciclada y la energía que sobra se vende a una compañía de electricidad o se utiliza en un coche eléctrico con autonomía para recorrer 50 kilómetros.
El creador de esta maravilla es un arquitecto profesor de la universidad tailandesa de Chulalongkorn, quien se ha rodeado de un grupo multidisciplinar de estudiantes para hacer este sueño realidad.
Aunque la construcción ha resultado algo cara, la inversión merece la pena. Como dijo el arquitecto: “estoy a punto de jubilarme y quería construir una casa en la que no tuviera que pagar ninguna factura en lo que me queda de vida”.
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