A los fabricantes de móviles, el dolor de muelas en el que se ha convertido la ley de radiación de teléfonos móviles de San Francisco no se les curará con un único analgésico. La cura tendrá que ser masiva porque la semilla de la ciudad californiana se ha extendido como la pólvora por la costa oeste estadounidense.
Oregón y las californianas ciudades de Burlingame y Arcata cuentan ya con legisladores que se han mostrado más que receptivos a importar la ley de San Francisco, según publica Bloomberg. “Para algunos consumidores será de gran ayuda contar con esa información”, explica uno de los legisladores de Burlingame al medio económico.
En el caso de Arcata, uno de sus legisladores quiere incluir además avisos en el etiquetado de los móviles – la norma de San Francisco sólo lo hace en el punto de venta – que convertirá, quien sabe, a los terminales en la nueva cajetilla de tabaco. Hablar por el móvil no es bueno para la salud, podrían avisar.
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