La fiebre del biocombustible llega también a Japón. El gobierno japonés ha puesto en marcha una planta de producción de etanol a partir de las cáscaras de arroz que los agricultores no utilizan.
Si el proyecto tiene éxito, supondría un buen ejemplo para que proyectos similares se extendiesen por el país y las gasolineras japonesas empezasen a vender biocombustible.
Japón es el segundo país del mundo consumidor de gasolina, después de Estados Unidos. Dependiente completamente de las importaciones de crudo, la subida del precio del oro negro ha afectado gravemente a su economía.
Aunque se encuentra dentro de los países firmantes del protocolo de Kioto, la adopción de biocombustibles en Japón es aún muy reducida, mucho más que en Europa o Estados Unidos.
Algunos analistas sostienen que esto es debido al alto precio que exige la producción agrícola en Japón y a la falta de incentivos gubernamentales. Por eso el éxito de este proyecto puede suponer un importante punto de arranque. Sus patrocinadores intentan demostrar que se puede producir biocombustible de forma barata animando a una comunidad de 10.000 granjeros a formar parte de su producción.
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