Las conversaciones entre la empresa fundada por Bill Gates y Nokia llegaron a estar bastante avanzadas, según informa The Wall Street Journal, y de haberse producido la adquisición habría ayudado sin duda a que Microsoft hubiese realizado una transición desde ser una compañía eminentemente de software a una en la que el hardware también supusiese un punto importante en sus desarrollos.
Pero finalmente las negociaciones no llegaron a cristalizar y además no parece nada probable que puedan retomarse. El único fruto de ese proceso ha terminado siendo el acuerdo entre ambos (y muy beneficioso para ambas partes) por el que el nuevo sistema operativo para dispositivos móviles de los estadounidenses, Windows 8, aparezca en los terminales de los finlandeses.
Un acuerdo beneficioso para ambas partes por diversos factores: no parece haber demasiados fabricantes entusiasmados con un SO para móviles que no sea Android y al mismo tiempo Nokia lleva años con el rumbo perdido al perder el paso con la omnipresencia de los teléfonos inteligentes de los que, precisamente ellos, fueron los pioneros con la gama Communicator.
En Redmond así parecieron entenderlo y de ahí el interés por adquirir a los de Espoo pero por el momento (y casi podría decirse que definitivamente) ambos prefieren un acuerdo de colaboración en lugar de una adquisición.
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