La idea es la de permitir que aquellos que dispongan de televisiones o dispositivos móviles con ranuras SD puedan acceder precisamente a estos contenidos. El alquiler de este tipo de formato cuesta 1,99 dólares, y sin duda es una de las formas más originales de alquiler películas.
Los clientes del servicio se quedan con las tarjetas SD, que llevan integrado un código DRM que impide ver la película tras una determinada fecha. Eso permite que se eliminen las desventajas de los DVDs -que se dañan fácilmente con tanto ajetreo- y plantea una alternativa más al alquiler a través de Internet, que sigue ganando adeptos.
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