Esto es precisamente lo que le ha ocurrido a un empresario afincado en este país cuando discutía con su pareja sobre el restaurante al que irían a cenar.
“Me parece que la señora protesta demasiado”, comentó el empresario, pero la segunda vez que pronunció la palabra “protesta” la llamada se cortó automáticamente, zanjando la discusión.
Este empresario hablaba inglés, pero se ha repetido una llamada similar desde otro teléfono y hablando en chino con el mismo resultado.
Parece que esta nueva medida para controlar el uso de “palabras prohibidas” en las llamadas telefónicas responde al intento de las autoridades chinas por endurecer la censura y evitar un posible contagio de las revueltas populares que se han producido en países del norte de África y Oriente Medio.
Entre las nuevas medidas figuraría el bloqueo de los correos electrónicos de Gmail, tal y como ha denunciado Google. El gobierno chino se ha mostrado muy molesto con estas acusaciones, que consideran “inaceptables” y niegan que estén ejerciendo ningún tipo de control sobre Gmail.
El control de las palabras también se impuso en el intercambio de SMS, de forma que los mensajes con palabras como “derechos humanos”, “democracia”, “opinión pública” o “corrupción” no pueden ser enviados.
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