La primera regla de este programa es que los desarrolladores no deben hablar del programa, algo que había impedido hasta ahora conocer precisamente los términos que firman los desarrolladores, y que obligan a ciertas condiciones realmente restrictivas.
Apple exige a los programadores que firmen el acuerdo a que no vendan sus aplicaciones en otros canales, que no demandarán a Apple por más de 50 dólares, o que no podrán aplicar ingeniería inversa sobre el iPhone o su SDK. La EFF desveló una versión de marzo de 2009 que ahora está confirmando ese control absoluto que Apple quiere seguir imponiendo a todo lo que rodea a su empresa.
vINQulos