Un problema con la batería del nuevo smartphone Galaxy Note7 de Samsung ha obligado a la compañía asiática a tomar una decisión drástica.
Samsung ha optado por suspender las ventas del terminal para garantizar la seguridad de sus clientes. Y, además de investigar a fondo las causas de la incidencia, reemplazará los dispositivos ya vendidos por otros nuevos en cuestión de semanas.
Este contratiempo afectará a las cuentas de la empresa. Según cálculos de Strategy Analytics, le costará unos 5.000 millones de dólares, que sería entre el 5 % y el 6 % de los ingresos que deberían conseguir los teléfonos Samsung en 2016.
La consultora tiene en cuenta, a la hora de hacer sus cuentas, que el fallo del Note7 reducirá las ventas anuales debido a la consecuente pérdida de confianza entre los usuarios y un daño inevitable a la imagen de la marca.
Antes de detectarse el problema, se creía que Samsung colocaría unos 14 millones de Galaxy Note7 en todo el mundo. Esa cifra se sitúa ahora por debajo de los 10 millones de unidades.
Los analistas también creen que la retirada del Galaxy Note7 provocará una reducción del margen de beneficio de los teléfonos Samsung del 1,5 %.
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