Las tiendas Apple, como muchos establecimientos, hacen gala de unos enormes muros de cristal que sirven a la vez como pared protectora y aislante del exterior y como escaparate de lo que se vende en el interior.
Por el propio tamaño de esas paredes transparentes y por evidentes razones de seguridad de clientes y viandantes y para evitar intrusiones, dichos cristales, especialmente reforzados, suelen tener un elevado precio. De ahí que en casos como el presente, casi sea menos importante el importe de la mercancía robada que el coste de reposición de uno de estos cristales, que en el caso de la Apple Store de Boulder (Colorado, USA) es lo que tuvieron que romper los asaltantes que accedieron de manera violenta en la tienda.
El botín, principalmente compuesto de diversas unidades de iPhone, iPad y MacBooks, se calcula que alcanzaría un valor de $64.000 pero el problema para la compañía aseguradora va a llegar cuando tengan que llamar al cristalero y les diga que el escaparate nuevo cuesta unos $100.000, y todo para sustituir el que los ladrones destrozaron por el avanzado método de lanzarle grandes piedras.
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