Un misil anti-misil se puede ver como un suicida para evitar un mal mayor, aunque el nombre inspire algo tan absurdo como la mentalidad hitleriana (ya sabes, odio hacia los no-altos, no-rubios y no-fuertes… parece que algo falla).
El láser, sin embargo, es mucho más sutil. No se utilizará, en este caso, para concentrar mucha energía en el misil que venga hacia el helicóptero y destruirlo: se encargará de “cegar” su dispositivo sensible al calor, perdiendo así blanco y evitando el impacto.
Trabajan en ello la Universidad de Michigan y Omni Sciences. Esta última ha recibido un millón de dólares por parte de DARPA, de modo que su implementación, una vez esté plenamente desarrollado, parece segura. Y digo yo, ¿implementarán ahora los que lancen misiles a los helicópteros un sistema de rastreo no basado en calor? Este podría ser otro ejemplo de cómo la tecnología se desarrolla, por desgracia, con los conflictos bélicos. — Javier G. Pereda [Gizmag]
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