Jerry Scroggin, el propietario de una pequeña empresa que provee servicios a Internet en Louisana argumenta que “Ellos tienen el derecho a proteger sus canciones, pero no tienen derecho a decirme a mí que tengo que ser el que lo haga. No quiero que nadie haga nada ilegal en mi red, pero no trabajo gratis” .
“Si se trata de algo vital, soy el primero en colaborar”. Hemos ayudado al FBI ante grandes ataques de las Botnets o a la policía en la búsqueda de pederastas. Sin embargo la protección de las violaciones contra derechos de autor no tienen la misma urgencia”, indica Scroggin.
“Además, es muy caro, consume tiempo y recursos, y los pequeños proveedores como nosotros no los tenemos”, dice Scroggin, que advierte a las industrias del cine y de la música que deberán poner pasta encima de la mesa si quiere la colaboración de los proveedores.
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