Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte ha conseguido desarrollar un material con gran potencial dentro del campo de la electrónica, ya que es capaz de retener formas.
Aunque de momento tan sólo se ha probado su eficacia con un método de creación a través de jeringas, a través del cual se han fabricado una serie de cables y estructuras cilíndricas que se mantienen unidas pero sin fusionarse, ya se sueña con su aplicación a modo de tinta en impresoras 3D.
Esto daría lugar a toda una serie de dispositivos electrónicos flexibles, maleables y articulados que, además, no serían tóxicos. Esto es, si se supera la pega del precio, ya que el valor de dicho metal líquido es unas cien veces superior a la del plástico utilizado actualmente.
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