Actividad cerebral, ¿la interfaz de usuario del futuro?

Navegar por internet sin usar las manos ni la voz. Un grupo de expertos investiga el comportamiento de las neuronas para el manejo de dispositivos tecnológicos.

El futuro es incierto pero existe la posibilidad

La falta de recursos es una traba para explorar nuevas vías de investigación. Por ello, es relevante que cada vez haya más empresas interesadas en los actuales sistemas de interface cerebro-ordenador. Su capacidad para detectar estados de ánimo abre un sinfín de posibilidades en el campo del ocio. “Un posible ejemplo es la implementación de videojuegos que se adapten al estado mental de la persona que está jugando, variando el nivel de dificultad en función del nivel de atención o de implicación en el juego del usuario”, anuncia Trincado.

En realidad, el dispositivo no se controla con la mente, sino que existe un control por parte del cerebro. “Para realizar cualquier tipo de movimiento o pensamiento debe existir un cambio en la actividad cerebral. Estas nuevas técnicas consisten en interpretar esos cambios y trasladarlos a un aparato electrónico con un fin concreto”, declara el doctor Manuel Murie, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Los registros que se producen como respuesta a una orden específica se pueden transferir a una operación determinada. Para el doctor Murie, “hay que tener en cuenta que esas alteraciones son diferentes para cada acción (por ejemplo mirar a la derecha o mirar a la izquierda), con lo cual el número de cambios posibles es inmenso. Eso nos lleva a pensar que, de momento, para preguntas concretas sí se puede, pero de un modo funcional y en la práctica diaria, aún no”.

El control de artilugios tecnológicos por parte del cerebro requiere de una ardua investigación. Además de la colaboración del sujeto, se necesita un complejo mecanismo para transferir los cambios detectados en la corteza cerebral al aparato eléctrico.

Una evidencia, al menos para el vocal de la SEN, es que “esta vía de investigación abre la puerta tanto al avance en el conocimiento del funcionamiento cerebral como a futuras herramientas que puedan ser utilizadas en el proceso de neurorrehabilitación del daño cerebral”. La aplicación de estos avances en la práctica diaria es posible, pero hay que ser cautos y tener los pies en la tierra, ya que el futuro es incierto.