Si este luminoso diseño tiene éxito, lo mismo te lo hacen a la medida de tu cerebro. De momento, el que aparece en lo alto de esta lámpara es el de su diseñador, Alexander Lervik. Un día no tenía otra cosa que hacer, así que se hizo una resonancia magnética del cerebro en Estocolmo, imprimió el resultado en una impresora 3D y voilá! La materia gris se convirtió en amarilla. Está a medio camino entre la buena idea y la idea escalofriante… Lo que sí es seguro es que en una noche de pesadillas prefiero seguir a oscuras que encender esa luz. [Lervik Design]
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