China no es una ciberespía… ni mucho menos. “Esto es puramente otro asunto político que Occidente está tratando de exagerar”, explica un analista militar a uno de los periódicos progubernamentales.
De este modo, y como recoge la CNN, China se lavaría las manos en una trama en la que la han implicado de forma directa. “La seguridad cibernética es un problema mundial”, concede otro de los analistas, que renoce que se está empezando a usar como arma el origen de las infecciones.
El país asiático es, aún así y según las conclusiones de las universidades de Cambridge y Toronto, el punto de origen de un virus que no sólo toma el control de los equipos afectados sino que además altera el comportamiento de los periféricos.
Este malware es un virus, en cierto modo, como otro cualquiera, reconvertido en objeto político por sus víctimas. El Dalai Lama fue uno de los primeros afectados, como publicaba Silicon News este mediodía, pero no el único. Administraciones y embajadas de todo el mundo han sido tocadas por GhostNet, que escucha y lee todo lo que el usuario está haciendo.
Hasta la inviolable OTAN podría haber caído en las redes del virus espía.
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