Los ciberdelincuentes, a medio camino entre el Gran Gatsby y el vecino del tercero

Un ciberdelincuente ya no es un apasionado de las nuevas tecnologías, con gafas y apasionado por el código hasta las extenuación. Esa es la imagen que tiene la población de los criminales del 2.0, aunque en realidad son más bien una mezcla entre el Gran Gatsby y el vecino del tercero.

Los cibercriminales no usan borsalino ni beben gin-tonics mientras escuchan jazz, aunque se parecen más a la mafia de lo que el común podría pensar. “Lamentablemente, el mundo oculto del crimen online pasa inadvertido con demasiada frecuencia”, apunta el consultor senior de seguridad de Trend Micro, Rik Ferguson.

Trend Micro acaba de publicar un perfil de cómo son los ciberdelincuentes de hoy en día, para acabar con los mitos que asocian delincuencia online con hackers apasionados de las nuevas tecnologías. Las bandas de ciberdelincuentes son cada vez más fuertes. De hecho,su facturación ya es más valiosa que el tráfico de drogas, según estadísticas del Departamento del Tesoro de EEUU, y sus cabecillas son difícilmente identificables porque, según Trend Micro, “la mayoría de ellos son como nosotros”.

Rusia, Ucrania y China son los principales puntos de origen
de estas bandas mafiosas, aunque también Turquía, Brasil y Estonio se han convertido en países emergentes en la industria del mal. Su estrategia es similar a la de una empresa: ellos también tienen objetivos y, sobre todo, cuentas de beneficios. Y como en una broma del destino también se aprovechan de la economía del long tail: cada cual tira a un mercado.

Cada una de las redes mafiosas cuenta con una media de cinco personas, una cantidad no muy elevada de personal porque los ciberdelincuentes también han aprendido los beneficios de externalizar aquello que se les da peor, como recuerda Trend Micro.

Esta estructura permite buenos beneficios: un buen botnet puede dar a sus programadores unos beneficios de 610.000 euros al año y unos precios por licencia de uso (obviamente, el malware no es open source) de 8.000 euros.