El próximo viernes da comienzo la mayor feria asiática del sector, Computex, en Taipei, la capital taiwanesa. Los países asiáticos demostrarán durante estos días su capacidad como uno de los principales agentes de la industria. Asia brilla con gigantes distribuidos en los más diversos campos tecnológicos, baste mencionar casos como Asus, Gigabyte, Sony, Nintendo, Toshiba, Fujitsu entre una larga lista de ilustres nombres, y perdón por las omisiones.
Ya no son sólo ellos, desde luego. Todos los demás han ido moviendo sus fábricas para allá. No tardaron mucho en darse cuenta en Occidente de cuán barato resultaba la fabricación en la zona del sol naciente y lo atrasados que estaban en cuanto a derechos laborales. Mientras no les llegue la Revolución Francesa, todos podremos seguir haciendo nuestro agosto.
Pero el poderío oriental no reside ni en sus gigantes industriales ni en sus gigantes humanos. Es una simple cuestión de estilo. Pioneros del cómic, del dibujo animado, del cine plástico experimental, del wok y el pescado crudo, pero bien preparadito, los orientales ya han infiltrado su peculiar forma de ver el mundo en nuestro día a día, desde el estilo de las cuberterías Ikea hasta los masajes de todo tipo. Muy pronto, el sueño más elevado del snob tecnológico, las suaves curvas del iPod, será sustituido por un ojal asiático con pestañas y un punto rojo en el medio. Computex 2006 no sólo es una feria: también es un escaparate de moda.
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