Si se afirma que hoy día llevamos en nuestros bolsillos tecnología superior a la que llevó al hombre a la Luna es muy posible que el escritorio de este niño pueda rivalizar con el centro de control de misiones espaciales de la NASA en Cabo Kennedy. O al menos lo parece.
Una ingeniosa y extraordinariamente bien instalada sucesión de mecanismos electrónicos permite a este niño convertir un aparentemente inocente escritorio en todo un puesto de mando con el que controlar el vuelo de una nave espacial.
Partiendo desde la nada, el propio escritorio que alberga los controles es obra de la habilidad carpinteril del padre, que una vez conseguido el mueble comienza a dotarlo de una infraestructura electrónica tan completa como compleja: indicadores, testigos, accionadores…
Costará que el afortunado niño se vaya a la cama por las noches mientras tiene a su disposición este centro de control que entre otros elementos cuenta con un soporte central para acoger un tablet, algo que sí que habría venido bien en tiempos de la carrera espacial y que ahora aporta un toque de retrofuturismo en la consola que, cuando llega el momento de hacer los deberes, queda convenientemente escondida con tan solo bajar la tapa en cuyo interior un mapamundo permite efectuar el seguimiento de la órbita de la nave que evoluciona más allá de la atmósfera.
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