Análisis: Intel y su nueva apuesta ‘atomizada’

Muchos de los lectores recordarán la historia de Transmeta, fabricante de procesadores que no hace tanto planteó un serio pulso a Intel (ver resultados Intel) en el segmento de chips de bajo consumo.
Uno de sus fundadores, Dave Ditzel, se ha incorporado recientemente a las filas de Intel para trabajar directamente con Steve Pawlowski (uno de los principales arquitectos de la firma) en la división Digital Enterprise Group.
Su llegada se produce en un momento en el que Intel cuenta con toda una nueva estrategia que pretende garantizar su crecimiento por encima del 20 por ciento durante los próximos años, y en la que Ditzel tendrá mucho que decir.
Para comprender esta nueva aproximación, debemos hacer un repaso a la historia reciente de Transmeta, firma fundada en 1995 que consiguió adelantarse a su tiempo centrándose en el bajo consumo energético sin que fuera a costa del rendimiento.
Con gran secretismo, en el año 2000 lanzó sus dos primeras familias de procesadores: los modelos Crusoe 3120 y 5400. El primero corría a 400 MHz y estaba diseñado para incorporarse en dispositivos móviles y ‘appliances’ de Internet corriendo con Linux, desarrollo al que contribuyó Linux Torvalds.
El segundo modelo corría entre 500 y 700 MHz y estaba pensado para sistemas Windows, consumiendo tan solo 1 vatio de potencia frente a los Celeron y los últimos Pentium III de Intel, que a la misma velocidad requerían entre 4 y 10 vatios.
La idea de Transmeta se basaba en utilizar una codificación de software especial capaz de traducir o emular las instrucciones diseñadas para la plataforma x86. La traducción duraba un segundo, pero después se alcanzaba o se superaba el rendimiento de Intel con menor consumo.

Retrasos continuos

Antes que Transmeta, otras empresas de semiconductores habían plantado cara a Intel sin éxito. Es el caso de Cyrix, que después fue adquirida por Via Technologies, Centaur, Rise Technology o National Semiconductor.
Pero los problemas para Transmeta no tardaron en llegar, fruto de la excesiva demora del fabricante en sus entregas. Transmeta se apoyó primero en IBM para la producción de Crusoe, pero después decidió cambiar a Taiwan Semiconductor Manufacturing, con nuevos retrasos en su comercialización.

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redaccion SN

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