La entrada en juego de estas unidades ha sido una de las más publicitadas en los últimos tiempos, y parte de culpa la tenemos los medios, que hemos acogido a SSD como la gran alternativa de futuro. Sin embargo, con los datos en la mano parece que estas unidades no aportan mejoras fundamentales frente a las unidades de disco tradicionales.
Todo parece muy bonito sobre el papel: estas unidades no disponen de partes móviles, lo que hace que sean mucho más resistentes frente a vibraciones o golpes, además de reducirse el consumo frente al gasto de energía que supone la gestión de la solución mecánica de los discos duros convencionales.
Sin embargo, unas pruebas realizadas en ComputerWorld demuestran que en lo que realmente importa – las tasas de acceso y las de lectura y escritura – la diferencia de precio no justifica el aumento de prestaciones. Ni siquiera los tiempos de arranque de SSD son tan superiores según las pruebas, que parecen demostrar que la ventaja sobre los tradicionales discos duros SATA es marginal. De hecho, en la copia de archivos los SSD quedaron por detrás de los discos SATA equivalentes, algo sorprendente.
¿Nos están engañando todos los fabricantes, obligándonos a migrar a una tecnología que no aporta mejoras significativas? Eso parece según esos análisis, desde luego.
vINQulos
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