Sólo pesa 60 miligramos y sus movimientos son similares a los de una mosca real. Los investigadores dicen que estas pequeñas máquinas pueden servir un día como espías o para detectar químicos tóxicos. Actualmente, carecen de mando a distancia, por lo que creemos que deben atarlas a un cordel para que no se escapen.
El proyecto está siendo financiado por la Agencia de Proyectos de Defensa estadounidense, por lo que parece obvio pensar que ya han visto la utilidad de estos pequeños robots en sus próximas guerras.
Es una lástima que no hayan pensado en utilizar estos artilugios para detectar mosquitos portadores de malaria o fiebre amarilla.
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