La fabricación con impresoras 3D es una tecnología en expansión y con multitud de utilidades. Entre ellas hay una que no resulta tan evidente para los habitantes de la Tierra, pero que puede facilitar las misiones en el espacio y hacerlas más autónomas y autosuficientes.
Uno de los grandes problemas en los viajes espaciales es que normalmente tenemos que llevarnos con nosotros todo lo necesario y, al contrario que la exploración terrestre, no podemos esperar encontrar todo tipo de recursos durante el viaje o en el destino.
Los paneles solares fueron los precursores para cambiar esto y permitir que los viajes espaciales generen sus propios recursos. Poco a poco, varios equipos y nuevas tecnologías permiten que recursos como la energía e incluso el oxígeno y el agua, puedan obtenerse sin necesidad de llevarlos desde el origen.
Pero además del problema de los recursos, existe la dificultad de que se estropee algún componente. Normalmente las misiones espaciales cuenta con piezas de repuesto para los mismos, pero ante la dificultad de predecir los inconvenientes, resulta imposible planificar un inventario totalmente a prueba de cualquier contratiempo.
Ante esta situación, la posibilidad de imprimir en 3D piezas se convierte en una solución parcial a este problema, al menos para pequeñas piezas. La fabricación aditiva, en lugar de la sustractiva, no malgasta recursos en deshechos, y permite que todo el material se pueda reciclar, algo esencial en el espacio. De esta forma, los astronautas pueden llevar menos componentes finales y más material de fabricación a las misiones, lo que permitiría poder solucionar problemas.
De hecho, la impresión 3D en el espacio facilita la creación de nuevas piezas que podrían ser testadas in situ, mejorando la investigación y los sucesivas misiones. Con un sistema que permitiera imprimir también circuitos y chips, las misiones espaciales incluso podrían autorrepararse y actualizarse, haciendo que la vida útil de las instalaciones espaciales fuera mucho mayor.
El primer paso que ha dado la NASA ha sido la impresora Zero-G, creada en colaboración con MadeInSpace, y está ya a bordo de la Estación Espacial Internacional tras haberse mandado en un cohete SpaceX junto con más material de suministros este septiembre. La impresora llegó a la estación en septiembre, pero ya está operativa y ha impreso la primera pieza con éxito.
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