“Steve Jobs, el pionero de la computación como una cárcel cool diseñada para quitar a los tontos su libertad, ha muerto”, escribía Stallman en su blog el mismo día en el que se dio a conocer la noticia del fallecimiento.
El defensor del software libre recupera unas palabras que el alcalde de Chicago, Harold Washington, pronunció sobre su corrupto predecesor para resumir lo que siente ante la muerte de Jobs: “No estoy contento de que esté muerto, pero me alegro de que se haya ido”.
Stallman continúa con su reflexión afirmando que “nadie merece morir, ni Jobs, ni Bill (Gates), ni siquiera los culpables de males mayores que los suyos” pero “todos merecemos el fin de la influencia maligna de Jobs en la informática doméstica”.
Ya para terminar, el fundador de la Fundación de Software Libre afirma que “por desgracia, la influencia (de Jobs) continuará a pesar de su ausencia”. En este sentido, Stallman considera que “solo podemos esperar que sus sucesores sean menos efectivos en el intento de continuar con su legado”.
El punto de vista del padre del software libre choca frontalmente con las palabras que rivales tradicionales de Apple como Adobe, Bill Gates o los directivos de Google han dedicado para alabar la trayectoria profesional y el talento de Jobs.
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