Así, el gran reto al que los directores de sistemas se enfrentan, hoy más que nunca, es el de la imperiosa necesidad de alinear los sistemas de TI de las organizaciones con sus demandas de negocio.
El quid de la cuestión es
saber elegir qué recursos tecnológicos y qué proveedores son los apropiados para lograr la gestión más eficaz y el mayor control del gasto posible. Garantizar una mejora de la eficiencia se convierte, por tanto, en una conditia sine qua non para cualquier partida presupuestaria dedicada a TIC, bien sea de cara a nuevos proyectos o a modernización de la infraestructura existente. Vinculadas a la exigencia general de ajustar las TIC al negocio de cada empresa, se encuentra la necesidad de optimizar los procesos de negocio y la de captar un mayor número de clientes.
El enfoque a seguir podría estar, teniendo en consideración, por supuesto, el tamaño y recursos disponibles de cada empresa, el de sectores como el financiero o el asegurador que, pese a la crisis económica iniciada el año pasado, siguen apostando, en su mayoría, por la tecnología y, en concreto, por las soluciones de software como las de gestión de procesos de negocio (BPM) y en las arquitecturas basadas en estándares como SOA que hacen posible una mejor integración de sus recursos de TI.
En este sentido, según una encuesta realizada por Software AG entre empresas de banca y seguros alemanas en octubre del pasado año, las TI son percibidas como un recurso estratégico. La transparencia de las TI, su flexibilidad y la capacidad de actualización que ofrecen se consideran como logros importantes y, por ello
, más del 60% de las empresas encuestadas se encuentran implementando proyectos de gestión de procesos de negocio.
En cualquier caso, el papel del director de sistemas y las decisiones que tome en cuanto a la gestión de las TIC este año son, por tanto, cruciales, ya que debe conjugar dos grandes expectativas: contribuir al recorte de costes que le solicita la gerencia y, al mismo tiempo, aumentar o, al menos, mantener la competitividad de la empresa. Objetivos encaminados, en definitiva a aumentar la eficiencia y la rentabilidad… y a alejarse todo lo posible de los temidos colmillos del lobo.