En este contexto la formación resulta más eficaz ya que este conocimiento que se tiene de las usuarias pone, precisamente, de manifiesto los aspectos concretos en los que las empresarias necesitan adquirir habilidades específicas para impulsar sus negocios y por lo tanto se pueden elaborar con mayor exactitud las materias formativas que requieran.
Además las nuevas tecnologías permiten, a través de la comunidad virtual, que
las mujeres se beneficien de la información y formación específica adaptada a sus necesidades y a su tiempo disponible siguiendo el plan formativo que más les interese desde donde quieran y en el momento que lo precisen.
A través del contacto en la Red las empresarias pueden establecer relaciones con otras mujeres que comparten intereses profesionales comunes y es una eficaz fuente de colaboraciones, alianzas e inversiones.
En la comunidad virtual el principio de reciprocidad tiene un efecto multiplicador, es decir, cuanto más dispuestos estemos a colaborar con nuestros contactos y compartir conocimientos, más se podrán beneficiar el resto de las profesionales de la Red que a su vez tendrán una mayor predisposición para colaborar y poner en común sus habilidades, lo que redundará en beneficio de todas las implicadas.
Estas redes se convierten en una verdadera filosofía de vida fundamentada en la interdependencia de unas con otras y en las que los programas de entrenamiento contribuyen al crecimiento personal y profesional de todas las mujeres vinculadas.