Michael Kringsman reflexiona sobre ese mismo artículo en los blogs de ZDNet y llega a conclusiones muy interesantes. Kringsman entiende que los objetivos del software para usuarios finales y el software empresarial son dos cosas muy distintas.
La columna de Robert Scoble proponía a los usuarios soluciones para hacer que las aplicaciones corporativas fueran más atractivas, pero según Kringsman eso no importa demasiado en estas aplicaciones: mientras que las herramientas destinadas al usuario final deben ser lo más atractivas y ‘sexys’ posible – interfaces llamativas, funcionalidades visuales sorprendentes – para atraer la atención, las herramientas empresariales deben basar sus fortalezas en otros aspectos.
Y para muestra un botón, como dice Kringsman:”Cuando estoy en casa uso Twitter, un gran ejemplo de software ‘chulo’ para el usuario final. En ese caso quiero estar encantado, entretenido, y enganchado. Cuando realizo transferencias de dinero a través de mi banco, que sin duda es un sistema empresarial sin atractivo, exijo del sistema que funcione sin fallos continuamente.”
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