Internet ha cambiado el mundo en muchos sentidos en los últimos 10 ó 15 años. Vamos a empezar por lo bueno: acceso instantáneo a todo tipo de información, libertad y seguridad en todo el mundo, comunicación personal y la posibilidad de acceder a cualquier producto o servicio con sólo un clic o dos.
Pero junto con este acceso masivo y anónimo, Internet es un campo fácil para los fraudes on line que se hacen pasar por las compañías o los distribuidores legales de los productos y servicios más codiciados a través de la falsificación de sus marcas y nombres comerciales.
En el mundo físico del comercio y las marcas, conocer el origen y la autenticidad de los productos es relativamente fácil. A no ser que se compre un reloj a un vendedor callejero en Times Square o en la Gran Vía madrileña, sabe lo que está comprando y las compañías podrían fácilmente denunciar las actividades ilegales.
En el mundo de Internet todo es relativamente diferente: medicamentos, software, hardware, productos de lujo… Entre un 10 y un 80 por ciento de productos on line están falsificados o han sido adquiridos de forma ilegal. Por ejemplo, alrededor del 80% de las farmacias online venden medicamentos falsificados, sin ninguna garantía de eficacia y seguridad.
Lo mismo ocurre con los servicios. Y, ¿quién no ha recibido una confusa solicitud de gente desconocida haciéndose pasar por su banco? El resultado es una explosión de robos identificados y la pérdida de credibilidad de la banca online. El coste asciende a miles de millones de dólares.
Como profesionales implicados en la lucha diaria contra las marcas online, podemos atestiguar que la sofisticación y el número de estos ataques está creciendo. Lo que comenzó como un simple juego cibernético hace 10 años se ha convertido en un ataque consciente y delictivo que amenaza con la disolución de las marcas en páginas maliciosas, con la diversificación del consumo, abuso de marcas y nombres de dominios famosos y venta y falsificación de marcas para confundir y defraudar a los consumidores.
Cuando las compañías gastan más y más dinero cada año para luchar contra estos problemas, grandes cantidades de la facturación y los beneficios se pierden debido al abuso de marcas, un problema que sólo está empezando a ser detectado.
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