No se sabe cuál será el tope para los pagos digitales. De momento, su volumen continúa creciendo y las previsiones para los próximos años son halagüeñas.
Según el Informe Mundial de Pagos 2019 de Capgemini, el número de transacciones de pago digitales se incrementará a nivel mundial hasta rebasar el billón en 2022. Esto supone una tasa de crecimiento anual compuesto del 14 %. A ello contribuirán con especiales ganas los mercados emergentes o en desarrollo de Asia (32 %) y la región de Centroeuropa, Oriente Medio y África (19 %).
De hecho, en 2017 estos mercados emergentes ya supusieron el 35 % del crecimiento global de los pagos digitales. En Rusia, las transacciones electrónicas crecieron un 40 %; en la India lo hicieron un 39 % y en China, un 35 %. Por su parte, los mercados maduros experimentaron un crecimiento del 7 %.
En estos momentos estarían creciendo sobre todo los pagos electrónicos con tarjetas de débito, más que con tarjetas de crédito o transferencias.
En la banca todavía se respira miedo al cambio. Sus integrantes se ven amenazados por las grandes firmas tecnológicas y, en vez de adoptar la banca abierta como oportunidad de diferenciación y fidelización, lo hacen solo si lo exige la normativa.
Ni en los planes de la mitad de los directivos encuestados entra la posibilidad de utilizar APIs más allá de ese cumplimiento normativo. Y, si no se les exige compartir más datos, los bancos por lo general prefieren no hacerlo.
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