Tras lanzar un programa de reemplazo para su Galaxy Note7 al poco de ponerlo a la venta debido a un problema con la batería, Samsung ha acabado anunciando la paralización del producto.
No sólo el Note7 original, sino también el modelo que debía sustituirlo en condiciones de seguridad, corren el riesgo de sobrecalentarse y acabar explotando. Como consecuencia, el fabricante asiático ha decidido cancelar producción, ventas y reemplazos.
Además de investigar qué es lo que ha ocurrido exactamente para acabar en esta situación, llega también el momento de valorar el impacto económico de la retirada del producto.
Según la propia Samsung, habrá pérdidas de 3 billones de wones, aproximadamente, que se repartirán entre el cuarto trimestre de 2016 y el primer trimestre de 2017. Los primeros 2 billones se perderán directamente en el Q4 de este año.
Además, ya se han revisado las expectativas de ganancias para el Q3, lo que significa que el impacto de la interrupción de las ventas se prolongará durante al menos tres trimestres. Y que, al final, la cifra debería ser superior a esos 3 billones de wones.
“En el futuro”, dicen desde Samsung, el plan es “normalizar” la parte móvil del negocio “mediante la expansión de las ventas de los modelos insignia como Galaxy S7 y Galaxy S7 edge”. A mayores, implementarán “cambios significativos” en los “procesos de garantía de calidad”.
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