Además de desarrollar el primer carrete de hilo de nanotubos de carbono, en la Universidad Rice siguen investigando con el material de las mil maravillas, esto es, el grafeno.
Dicho de otro modo, lo importante de este decubrimiento es que el material resultante tiene la capacidad de absorber toxinas.
Y, por lo tanto, se antoja perfecto para limpiar sitios contaminados como la planta nuclear de Fukushima que quedó dañada tras el tsunami de 2011. También podría reducir el coste de la fracturación hidráulica para la recuperación de petróleo y gas, y ayudar a reiniciar la minería de metales raros.
“Las propiedades de retención alta no son sorprendentes” comenta Tour. “Lo extraordinario es la veloz cinética de sorción, ésa es la clave”.
De hecho, los investigadores pusieron a prueba el óxido de grafeno sintetizado en una simulación de desechos nucleares donde había uranio, plutonio y otras sustancias como el sodio y el calcio que podría afectar negativamente a su capacidad de adsorción.
Aun así, el óxido de grafeno demostró ser mucho mejor que la arcilla de bentonita y el carbón granulado utilizados conmunmente en la limpieza nuclear, actuando en cuestión de minutos.
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