¿Ha llegado la hora de las criptomonedas?

¿Es un buen momento para invertir en criptomonedas? ¿Hay una burbuja? ¿Qué peligros existen? ¿Y qué expectativas hay para el mercado de criptoactivos? Os lo contamos en este reportaje.

Las criptomonedas están de moda. Grandes nombres del sector tecnológico, como Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jack Dorsey, han mostrado de una u otra forma su interés por este tipo de activos.

Y no es para menos. Si miramos la cotización del bitcóin, la criptomoneda más popular, vemos que su valor ha pasado desde los 700 dólares en torno a los que se movía a finales de 2017 hasta los más de 68.000 dólares que alcanzó la semana pasada.

Cualquier activo que se revalorice de esta manera parece una buena inversión.  ¿Es una buena opción invertir ahora en criptomonedas? “En general, siempre es buena idea invertir en cualquier tipo de activo. Las criptomonedas, por su novedad, ofrecen una oportunidad y una posibilidad de retornos muy superiores a otro tipo de activos, si se está dispuesto a asumir el riesgo que implican”, declara Claudia Giraldo, cofundadora de CommonSense Finance.

Y para asumir tal riesgo hay que ser capaz de conocerlo, por lo que la formación es esencial. “Invertir en cualquier activo es buena idea si sabes lo que estás haciendo. El riesgo no suele estar en la inversión, sino en el inversor. Y el riesgo que asume el inversor es directamente proporcional a la experiencia y el conocimiento que tiene con respecto a la inversión que realiza”, advierte Adrián Bernabéu, creador del Máster de Inversores. Dicho esto, considera que la criptomeda “es un activo obligatorio en una cartera de inversión que se precie”.

¿Qué tener en cuenta?

Dicho conocimiento es fundamental para discernir entre la inmensa oferta que nos presenta el mercado. “La mayoría de los tokens tienen un proyecto detrás. Por eso, al igual que al invertir en las acciones de una empresa debemos interesarnos e investigarla, en el mundo de las criptomonedas recomiendo hacer exactamente lo mismo. Los americanos tienen un término que aplica perfectamente, DYOR (Do your own research), que es hacer tu propia investigación antes de invertir”, explica Giraldo.

“Lo que primero que debemos decidir es si somos nosotros los que queremos hacer custodia de nuestras criptomonedas, a través de una wallet, o  que un tercero realice la custodia de nuestros activos”, añade. En el caso de que elijamos una wallet, indica que podemos recurrir a alguna solución descentralizada reputada, como Trust Wallet o Metamask. “Lo más importante es conservar las palabras claves en un lugar seguro, dado que extraviarlas implica perder el acceso a nuestros fondos”, recuerda. Y si optamos por plataformas de intercambio centralizadas, señala que “lo mejor es elegir alguno de los más reconocidos y con más reputación, como Binance, Kraken o Coinbase, que hasta cotizan en Bolsa, lo que añade una capa de seguridad adicional”.

Por otro lado, Bernabéu reseña que “debemos entender que la mayoría de criptomonedas realmente son empresas, por lo que el principio de descentralización se difumina”. De este modo, opina que “lo más valioso son protocolos lo más descentralizados posibles, sin un ente central, proyectos que construyan infraestructura sobre la que se soportarán diferentes aplicaciones y casos de uso, como Bitcoin, Ethereum o Polkadot, por nombrar algunos”. Y explica por qué:  “Todo lo que se posicione sobre estas blockchain hará que el valor de la infraestructura aumente inevitablemente”.

¿Hay una burbuja?

Hace ya algún tiempo que nos venimos preguntando si el auge de las criptomonedas es una realidad o una exageración. No en vano, algunas voces apuntan que en el mundo de las criptomonedas se está produciendo una burbuja.

“Me cuesta decir si lo que estamos viviendo es una burbuja o no.  Considero que, dado que no podemos saber si es una burbuja o no hasta que explota, el mejor comportamiento es actuar como si el mercado fuera eficiente. Lo que sí está ocurriendo es un efecto FOMO (fear of missing out), que está alimentado por la narrativa del bitcóin, en donde hemos visto retornos extremos en donde 100 dólares se han convertido en millones en cuestión de años, y a veces meses. Mucha gente está saltando a las criptomonedas arrastrada puramente por el componente especulativo. Pero aquellos que logren ver más allá y entiendan la profunda transformación tecnológica, lograrán beneficiarse, explote o no esta hipotética burbuja”, expone la cofundadora de CommonSense Finance.

Por su parte,  Bernabéu indica que “las burbujas se generan cuando la sensación de riesgo se elimina, como sucedió con el sector inmobiliario en la crisis del 2008, cuando se consideraba una ‘inversión segura'”. Además, señala que “las burbujas suelen tener un crecimiento brutal en poco tiempo y después tienen grandes caídas que nunca vuelven a recuperarse”, por lo que nunca recuperan o superan el valor máximo alcanzados anteriormente.

A partir de estos argumentos, considera que esta situación no se produce con el bitcóin. “No tiene este comportamiento. La prueba más rotunda de esto es que sus mínimos históricos siempre son ascendentes, desde su creación hace más de 10 años”. Sin embargo, reconoce que “no podemos decir lo mismo del 97% de las criptomonedas restantes”.

Perspectivas futuras

La evolución de las criptodivisas en 2022 no es fácil de predecir. “El mercado de criptomonedas es altamente volátil. Hemos visto caídas de hasta el 70% que se han recuperado en apenas meses. Creo que esta subida de valoración vendrá acompañada de una alta volatilidad inherente al sector”, augura Giraldo.

En el caso concreto del bitcóin, Bernabéu fija la atención en dos variables que cree que afectarán a su cotización. “El mercado se rige por la oferta y la demanda. Si nos fijamos en la oferta de bitcóin, que está limitada a 21 millones de unidades, vemos claramente como cada año la demanda aumenta. Por lo tanto, el resultado es muy predecible y lógico”.

Por otro lado, incide en que las criptomonedas son valoradas en monedas como dólares o euros, emitidas por los gobiernos y que “son inflacionarias, lo que quiere decir que su valor está en constante caída, cuando esto es completamente opuesto a lo que sucede con bitcóin”, afirma. “Con un dinero que tiene una oferta creciente de forma descontrolada, contra un dinero que tiene su oferta limita, no queda otra opción que aumentar el precio del dinero que tiene su oferta limitada. En este caso, el bitcóin siempre se apreciará a largo plazo, en comparación a las monedas fiduciarias como el euro o el dólar”, asegura.

¿Y su uso transaccional?

Hasta ahora hemos hablado de las criptomonedas como activos de inversión, pero lo cierto es que también pueden ser empleadas con fines transaccionales. Sin embargo, su adopción como medio de pago no acaba de despegar. “La finalidad transaccional dependerá, sobre todo, de la adopción y evolución de las llamadas ‘stable coins’, como Thether, USDC o DAI. De momento, creo que la finalidad transaccional de monedas como el bitcóin está muy limitada, debido a su volatilidad. Pero sí creo que la tecnología subyacente, la descentralización, triunfará y será la que utilizaremos para transaccionar día a día”, adelanta Giraldo.

Además, Bernabéu recalca que su uso transaccional está creciendo. “En algunos países, como Venezuela o Argentina las hiperinflaciones que existen impiden el ahorro y obligan a los ciudadanos a buscar alternativas como las criptomonedas”. Y el aumento de su uso con fines transaccionales podría hacer crecer su valor. “Todo lo que aumente su uso, aumenta su demanda y, por lo tanto, debería aumentar su precio. Más aún si su oferta es limitada”, señala.

Cabe recordar que El Salvador ya ha convertido el bitcóin en moneda de curso legal en el país. Y Brasil ya está trabajando en una ley para hacer lo mismo.

Irrupción de Facebook

El interés que ha mostrado Facebook en el desarrollo de una criptomoneda propia también está dando mucho que hablar. Sin embargo, Bernabéu opina que “cualquier experto que conozca el valor real de un activo como bitcóin entenderá que una moneda emitida por Facebook no es un competidor real”.

Sin embargo, admite que “generaría una repercusión muy positiva para facilitar la adopción masiva del uso de las criptomonedas en la sociedad”. En la misma línea Giraldo considera que “si una empresa considerada ‘mainstream’, con una base de usuarios gigante y global, logra imponer una moneda estable, podría acelerar exponencialmente la adopción”.

Igualmente, Álvaro Casado, director de FS Consulting de KPMG en España, opina que este proyecto de stablecoin de Facebook “permitiría acelerar la transaccionalidad, tanto en sus aplicaciones de uso masivo, como en un futuro en el ‘metaverso’, siendo la vía de conexión entre la Web3 y el mundo tradicional”.

Los bancos centrales entran en juego

Los principales bancos centrales también están trabajando en el desarrollo de sus propias Central Bank Digital Currency (CBDC). La cofundadora de CommonSense Finance opina que hay dos maneras de contemplar la incursión de este tipo de instituciones en este terreno. “Creo que las aguas estarán divididas entre aquellos ‘maximalistas’ de la blockchain, que ven cualquier injerencia de los gobiernos como amenazas directas a la libertad; y aquellos que creemos que la evolución de las criptomonedas vendrá acompañada de una mayor regulación, que apuntará, sobre todo, a proteger a los inversores y a poder hacer esa riqueza imponible con tasas o impuestos”, afirma.

No obstante, Bernabéu cree que la llegada de estas monedas digitales no supondrá una gran diferencia respecto a lo que ya tenemos hoy. “No nos engañemos. Los bancos centrales ya basan la emisión monetaria en monedas digitales. La imagen que tenemos de las fábricas creando billetes y los bancos llenos de cajas fuertes con montañas de dinero son perfectas para las películas de Hollywood, pero en la realidad es que sólo el 7% del dinero mundial es físico. El restante son números en una pantalla, apuntes contables digitales y deudas. Esto quiere decir que el lanzamiento de monedas digitales por parte de los bancos centrales no modifica realmente lo que ya estamos viviendo. Como mucho, se incrementa el control de las transacciones para el pago de impuestos, y poco más”, declara.

NTF y la Web3

También estamos viendo en los últimos meses un importante auge de los Non Fungible Token (NTF). “La tecnología de los NFT trae una serie de ventajas e innovaciones, sobre todo referentes a la creación de valor en activos digitales ‘únicos’ y la propiedad intelectual”, explica Giraldo.

Bernabéu considera que “son un avance increíble”. “Por primera vez en la historia, tenemos la posibilidad de crear activos digitales únicos y transferibles con una propiedad privada concreta asignada a dicho activo y comprobable de forma pública. Esto supone un antes y un después. Aún no somos capaces de predecir todos los usos que esta creación supone para el futuro de la economía, la cultura, el mundo artístico o la política, entre otros”, avanza Bernabéu. Por eso, Giraldo augura que el mercado de los NTF seguirá desarrollándose y se irá transformando. “Creo que los incorporaremos como algo natural”, concluye.

Por otra parte, el experto de KPMG se detiene en las posibilidades que brinda la denominada Web3 en combinación con las Distributed Ledger Technology (DLT), que ya apuntaba previamente. “Es claro que el desarrollo de las diferentes DLT y la irrupción de laWeb3 hace que las instituciones se estén planteando la necesidad de posicionarse en este nuevo internet, en el que se incorpora el concepto de propiedad y de valor a través de los denominados ‘token’.

“El hecho de que Meta (Facebook) apueste por el Metaverso es una clara apuesta hacia un nuevo entorno en el que se pretende generar una realidad digital que conviva con el mundo tradicional”, afirma. “En ese entorno se podrán cambiar bienes y prestar servicios basados en casos de uso que a hoy no podemos llegar a imaginar. Las grandes tecnológicas lo han percibido y se están posicionando y buscando la forma de obtener valor, tal y como ya lo han hecho con la Web2”, añade.

Explica que “los usuarios de criptoactivos (tokens) en la Web3 podrán llevar a cabo acciones en un entorno digital en el que las corporaciones deben entender que el futuro se construye sobre nuevos canales y no pueden quedar al margen de los impactos económicos que va a suponer”.

Así pues, considera que las empresas tendrán que ser capaces de “adquirir unas nuevas capacidades para definir modelos de negocio y modelos operativos que permitan participar en el sistema y aportar valor a sus usuarios o clientes” en este entorno naciente, que “se desarrollará bajo un nuevo marco regulatorio y estándares de mercado aún por definir”.