La importancia de la belleza en la empresa

La belleza, literalmente, mueve al ser humano.

A la pregunta de por qué esta atracción hacia lo bello puede responderse de dos formas. La irracional: lo bello, considerado muchas veces arte, toca esa parte irracional de la persona que sin explicación aparente, le cautiva.

La otra es de corte más racional… y puramente científico.

Hay un interesante misterio entorno al denominado rectángulo áureo, un rectángulo de proporciones de 5×8 aproximadamente, considerado por los antiguos griegos la ley matemática de la belleza. El Partenón de Atenas las utilizó como elemento de diseño en su construcción.

Ya en la actualidad, estas proporciones pueden verse en todos lados: desde libros hasta tarjetas de crédito o el iPod, toda una revolución de diseño y de forma de escuchar música. Definitivamente, parece que la ley matemática de la belleza es percibida también por los usuarios, que se decantan por los objetos de estas proporciones frente a otros.

En plena era del consumismo a nadie sorprende que el éxito de un producto esté muy unido a su diseño. Son evidentes los efectos positivos y negativos que pueden derivarse de la forma de un producto.

“El diseño no tiene que ver con la resolución de problemas. Tiene que ver con hacer a la gente feliz”, asegura Eddie Opara, de Pentagran en la edición de papel The Design Issue de Bloomberg. A la hora de diseñar un producto hay “muchas personalidades e ideas a considerar”, explica, por lo que “tratas de simplificarlo a su estructura fundamental”.

Simplificar. Esta parece ser la clave de los productos. Compañías como Google, Yahoo! y Microsoft están llevando la simplificación extrema por ejemplo a su servicio de correo electrónico. Las tres han prescindido de los detalles para proporcionar al usuario una experiencia intuitiva, sencilla y agradable.

Para Google España, en unas declaraciones a Silicon News, “la belleza de los productos es esencial”, sin dejar de lado la posibilidad de personalizarlos. Es esta la filosofía de la compañía de Marissa Mayer, que ve un futuro definido por un internet diferente para cada usuario.

Sigue aquí