España y la pandemia: el 52 % de las empresas mantuvo su actividad y un 15 % la suspendió de manera temporal

La nueva edición del “Estudio SMART INDUSTRY” de everis y el Observatorio de la Industria 4.0 desvela que un tercio ha tenido dificultades en la cadena de suministro y solamente un 4 % no ha podido teletrabajar.

La pandemia de coronavirus está teniendo un impacto financiero, más allá del sanitario, que empresas de cada sector experimentan en distintos grados. Unos negocios han aumentado su facturación, algunos se han reconfigurado y otros han tenido que parar por completo su actividad.

Un efecto extendido es el de la transformación digital. En los últimos tres años, y ahora más con la crisis que hay en curso, los planes de transformación digital se multiplicaron por la industria española. Del 26 % de empresas que tenían uno en 2018, se ha pasado a un 70 %.

Esto es lo que refleja el III Estudio SMART INDUSTRY de la consultora everis y el Observatorio de la Industria 4.0.

Este informe está marcado por la evolución de la enfermedad que amenaza a todo el planeta y atenaza la economía. Se sabe que un 52 % de las empresas ha sido capaz de mantener su actividad a pesar de la pandemia y que un 15 % se vio obligado a suspenderla de manera temporal. Además, un tercio ha tenido dificultades en la cadena de suministro.

Son muy pocas las que no han podido implementar el teletrabajo, el 4 %, aunque sólo 2 de cada 10 tenían contemplado qué hacer en caso de que se produjese una contingencia de este calibre.

“El 63 % de las empresas encuestadas tenía definidos planes de contingencia con anterioridad a la pandemia COVID-19, sin embargo, el 81 % de estas no contemplaba una eventualidad del tipo que hemos sufrido”, puntualiza Manuel Yagüe, director ejecutivo de Operaciones en everis.

La importancia de los datos

En sus planes estratégicos destaca el uso de nuevas tecnologías como el internet de las cosas (IoT) o la automatización robótica de procesos (RPA), para temas de trabajo en remoto y flexibilidad.

Por ejemplo, las entidades de salud han podido automatizar la notificación de pruebas PCR para detectar positivos por coronavirus y el procesamiento de los datos de los pacientes, pero también la adquisición de suministros.

Otros casos de uso de la tecnología han sido la aplicación de aprendizaje profundo en bioinformática para descifrar el genoma de la COVID-19, lo que implica también análisis de Big Data, o de la fabricación aditiva por impresión en 3D para conseguir material sanitario como pantallas y mascarillas en momentos de necesidad.

También hay robots autónomos que, con ayuda de la inteligencia artificial, pueden desinfectar superficies contaminadas en hospitales.

Ya de cara a los próximos años, el III Estudio SMART INDUSTRY cree que las empresas invertirán especialmente en Big Data e inteligencia artificial. Pero también destacarán paradigmas como la nube, la integración horizontal y vertical y el internet de las cosas.

Se incrementará el uso de simulación, mientras que los interfaces humanos irán a la baja y figurarán entre las tecnologías menos punteras de todas, junto a Blockchain.

La recopilación de los datos y su tratamiento, por su parte, son vistos como los principales paradigmas para la reducción de costes.

Resistencia al cambio (necesario)

Enrique Ramírez, presidente del Observatorio de la Industria 4.0 cree que “una de las palancas clave para la reactivación del consumo y la confianza en el empleo estará en la competitividad de la industria española a través de su transformación digital, que, sin duda, nos ayudará a relanzar nuestra economía”.

“Las empresas y no solamente las españolas empiezan a ver los beneficios que la Industria 4.0 nos aporta, no sólo en cuanto a la innovación en los productos y en los procesos”, dice, “sino también a la posibilidad de la creación de nuevos modelos de negocio”.

“Tenemos que encontrar los nuevos paradigmas dentro de nuestras empresas que nos permitan seguir reduciendo los costes directos e indirectos y que nos ayuden a competir con nuestras exportaciones en una economía cada día más globalizada”, remata Ramírez.

En estos momentos, la resistencia al cambio es el mayor freno para una mayor transformación digital, a pesar de que cada vez se refuerzan más los planes de formación. Las habilidades más demandadas son el conocimiento, la gestión y explotación del dato.

También existen inconvenientes como el alto importe de las inversiones requeridas o los efectos de la actual crisis.