Después del Bitcoin el Ethereum es la segunda criptomonedas más popular, además de la segunda que cuenta con mayor volumen de negociación. De ahí la relevancia del proceso que inicia hoy, denominado The Merge (La Fusión), que supone toda una revolución en su funcionamiento.
En esencia la generación de criptomonedas mediante el procedimiento denominado minería o minado supone dedicar potentes equipos o conjuntos de ellos a la resolución de complejos cálculos que permiten validar operaciones o transferencias de terceros. El primer sistema en resolverlo obtiene a cambio una fracción de la criptomoneda en cuestión.
Este procedimiento que se viene empleando hasta ahora se denomina Proof-of-Work (PoW, prueba de trabajo) y, por la implicación mencionada de potentes equipos, supone un elevado consumo energético, lo que ha ocasionado un incremento del gasto asociado a esta actividad en los últimos tiempos, en consonancia con el aumento hasta puntos estratosféricos de la factura eléctrica.
Especialmente porque con distintos operadores compitiendo para ser los primeros en resolver la operación sólo uno sería el ganador, por lo que el gasto energético asumido por los demás se producía igualmente y, desde luego, el efecto para el medio ambiente de generar tanta energía que no obtenía ningún rendimiento.
Por no hablar de las implicaciones medioambientales derivadas de tal consumo. O de la escasez de algunos componentes necesarios para estas labores, como las GPU (tarjetas aceleradoras gráficas) cuya potencia es irrenunciable para estos equipos, pero a la vez ocasiona incremento de precios y ausencia de stock en el mercado de los ordenadores para gamers y videoconsolas domésticas.
La transición al nuevo modelo comenzó en 2016, cuando desde la organización que desarrolló el Ethereum se evaluó la posibilidad del modelo denominado Proof-of-Stake (PoS, prueba de participacion), consistente en que otros propietarios de Ethereum validarían las operaciones y transacciones en una proporción adecuada a la cantidad de dicha moneda que poseen sobre el total de las existentes.
La primera consecuencia, derivada de la naturaleza cooperativa, y no competitiva, de este modelo es una reducción del consumo eléctrico que llegaría al 99,95 %, con el evidente ahorro económico y la subsiguiente reducción de la contaminación generada. Se trata de una revolución que para los usuarios del Ethereum no debería tener ningún efecto en su operativa pero sí supone un cambio completo de paradigma para los gestores de operaciones y, especialmente, para los mineros de esta criptomoneda.
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