Migrar a la nube se ha convertido en una medida imprescindible para muchas empresas en línea con sus planes de transformación digital, pero esa migración no siempre es sencilla.
La consultora tecnológica española atSistemas cree que la digitalización sólo puede tener éxito si las empresas entienden el nivel dificultad que conlleva un plan de migración cloud, lo que permitirá trazar una estrategia de implementación adecuada. De hecho, en su opinión existen cinco indicadores de complejidad clave.
El primero de ellos tiene que ver con el “número de productos y de usuarios por producto”. Es decir, las compañías deben ser conscientes desde el primer momento de cuántas aplicaciones quiere migrar y el número de usuarios por cada una de ellas.
“Antes de comenzar el proceso es recomendable depurar aquellas aplicaciones que no sean críticas para la empresa o que no se estén utilizando”, aconseja atSistemas. “De igual manera ocurre cuando el número de usuarios a migrar es alto ya que afecta directamente al tiempo estimado de la migración”.
Otro factor lo compone la pareja de “volumetría y tamaño de los datos”, que viene condicionada por la cantidad de aplicaciones y usuarios existentes. La migración será más lenta si la información procedente de proyectos, repositorios de código fuente, espacios de trabajo colaborativo, bases de datos de gestión de configuraciones o archivos adjuntos, entre otros, ocupa mucho espacio.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta las “versiones de los productos on-premise“ con los que trabaja la compañía. Lo recomendable es mantener actualizadas dichas versiones.
Los “complementos comerciales y desarrollados a medida” también son importantes, tanto en cantidad como en grado de uso. “Puede ser que algunos de los complementos no existan en el entorno cloud o que haya alternativos, o bien que la empresa tenga complementos desarrollados a medida”, explica atSistemas. “Por ello y, de nuevo, será importante evaluar la compatibilidad de los mismos con el cloud objetivo de la migración”.
Por último, las “integraciones con otras herramientas” suponen un reto en sí mismo. Las aplicaciones deben ser compatibles con la instancia cloud de destino y “también habrá que identificar si otras herramientas de salida y entrada con las que trabaja la empresa fuera del cloud pueden integrarse con el resto del ecosistema”. Aquí entran el directorio de usuarios corporativo, campos externos de base de datos y clientes que se conectan con la API.
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